Escrituras de sobrevivencia: Narrativa argentina y dictadura
Escribir es combatir al silencio, a la muerte. Y así es. Efectivamente, contra la amnesia y su complemento. La amnistía, se escribe, se hace arte, se dibujan siluetas, se recrean los cuerpos, las siluetas de Plaza de Mayo. En su libro, Sandra Lorenzano relaciona dos novelas -En breve cárcel, de Sylvia Molloy y La casa y el viento, de Héctor Tizón por el hecho contundente y escueto de haber sido producidas en el periodo comprendido entre 1976 y 1983. Periodo en que se apoderó de la Argentina una dictadura militar que produjo 30,000 desaparecidos, otra de las cifras que se añade en ese último cuarto de siglo xx a los millones de víctimas de los fascismos. Hecho definitivo que deja incisiones en los textos y propicia una escritura residual. Sandra retoma las preguntas, esas "... Preguntas vinculadas con la compleja relación entre propuestas artísticas y contexto (histórico, fundamentalmente, pero también teórico y critico); con las posibilidades de que el arte hable en una situación social dominada por el silencio y la muerte; con la politización de la literatura, entendiendo tal politización no como toma de partido sino desterritorialidad textual, como productividad del intersticio y del desvío..."
El lugar de la escritura como memoria, como otra de las formas de luchar contra el silencio, el deseo de reconstruir desde los escombros, de arrebatar la palabra a quienes destruyeron los cuerpos. Llenar el vacío y escribir en la lengua que aún queda después de la tortura, rehacerse desde la lengua privada, individual, la lengua de cada escritor... En Francia, otro sobreviviente, Georges Perec. Cuya madre desapareció en Auschwitz. Concibe a la literatura como un trabajo primordial de bricolage. Es un trabajo arduo, concienzudo, pero también un juego trágico, el relleno de vacíos con piezas dispersas, de tamaño desigual, un rompecabezas compuesto a menudo de restos informes, de fragmentos movedizos, desgarrados. El trabajo de bricolage y la poética de ruinas suelen coincidir. Sandra Lorenzano cumple ese cometido en este libro, rellena (de forma radicalmente distinta), esa zanja insuperable de que hablaba Borges: la brecha por la que se filtra una experiencia traumática donde la imposibilidad se abre paso a la fuerza dentro del dominio de lo real, como quizá dijera en alguna parte Giorgio Agamben. La autora concluye su testimonio crítico con estas palabras: "El cuerpo y el deseo (de escritura), en tanto territorios de cruce entre el yo y los otros, entre la historia intima y la colectiva, le disputan a los autoritarismos el espacio simbólico de la memoria."
MARGO GLANTZ
SANDRA LORENZANO se considera "argen-mex" por destino y convicción. Doctora en Letras y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, es profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Se especializa en literatura latinoamericana, tema sobre el cual ha publicado numerosos trabajos en diversos libros y revistas de circulación nacional e internacional. Es coordinadora de La literatura es una película. Revisiones sobre Manuel Puig (México, UNAM, 1997). Una versión del presente libro recibió Mención Especial en el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas (México. 1999).